¿Basta la meritocracia para fidelizar al nuevo talento?

Muchas grandes empresas tienen una cultura organizacional basada en la meritocracia. Uno de los principios de la meritocracia es poner al empleado en el centro y valorar el mérito, es decir el desempeño y el impacto que tienen sus logros en su puesto de trabajo, en su departamento y al final, en la estrategia de la compañía. Además, no solo importa el qué sino también el cómo se logra.

En definitiva, la meritocracia significa que los empleados cuenten con criterios claros respecto al talento y transparencia en el desarrollo de procesos rigurosos de selección, promoción, retribución y desvinculación de los profesionales. Así, se asegura que la ejecución de estos procesos esté ligada al talento (desempeño y potencial) del empleado y no al “amiguismo”. Y los managers lideran con equidad y basando sus decisiones y comunicación en los criterios de talento.

No obstante, esta cultura que por un lado ha supuesto eliminar algunas prácticas profesionales poco rigurosas y por otro ha ayudado a atraer al talento, empieza a no resultar atractiva para las nuevas generaciones. Y los departamentos de Recursos humanos se empiezan a encontrar problemas para fidelizar y comprometer al talento, tanto de parte de los millennials (29 a 42 años) y sobre todo de los centennials (de 18 a 28 años) y posteriores. Entonces, yo me pregunto: ¿basta actualmente la meritocracia para fidelizar al nuevo talento?

Para responder a esta pregunta ahora, es importante hacer referencia a la pandemia que ha afectado a todas las generaciones, y concretamente ha llevado a los jóvenes a reinventar el sentido de sus vidas y a pensar que “tú no eres tu trabajo”. Este mantra estuvo presente en la Gran Renuncia del 2021 en la que muchos millones de estadounidenses dejaron su trabajo, por razones como salarios muy bajos, horarios muy largos y ambientes tóxicos.

Esta manera de pensar y sobre todo de vivir, se está contagiando a las nuevas generaciones de jóvenes europeos y entre ellos a los españoles que buscan en las empresas, proyectos interesantes con impacto social y guiados por valores, que ellos sientan como suyos. Y además, la conciliación laboral y la flexibilidad ya es un “must” para ellos, porque valoran el poder disfrutar de todas las áreas de su vida y no vivir solo para trabajar.

Los jóvenes se empiezan a preguntar: ¿para qué hacer horas interminables en la oficina? ¿para qué sacar objetivos si no se valoran lo suficiente, porque siempre hay que hacer “extra miles”? Empiezan a tomar conciencia de que viven con ansiedad y estrés y se preguntan ¿para qué tanta presión en sus vidas?

Ya hay grandes empresas que llevan tiempo ocupándose en entender estas nuevas necesidades de los jóvenes, que por otra parte y desde mi punto de vista no son nuevas ya que muchas personas de las generaciones baby boomer y X también las plantearon en su momento pero con menos fuerza e impacto en los empleadores, por otras muchas razones.

Pero ahora los jóvenes están elevando su voz como colectivo, así que, los departamentos de Recursos Humanos están trabajando para poner de verdad al empleado en el centro de la empresa y ofrecer una propuesta de valor, más consciente, humana, ecológica y adaptada a estos nativos digitales, que realmente les haga felices y les comprometa.

¡Me encantaría leer tu opinión sobre este tema!

Muchas gracias por leerme y feliz día,

Carmen

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